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lunes, 19 de abril de 2010

El fin de la historia



Patricio Bravo A.
Editor "Letra Viva"


Otoño en el ambiente de Santiago. Otoño en mis manos. Otoño en el gris que se apodera de los habitantes de la ciudad. Otoño en el pensamiento.

Los pensamientos sobre otoño me llevan a asociar sobre el "fin de la historia" que planteaba ese caballero, Francis Fukuyama. Tal vez no fue cierto, y la historia sólo está tomando un descanso antes de avanzar... o bien puede ser que -efectivamente- hemos llegado a tomar la decisión entre "socialismo o barbarie", eliminando la posibilidad de Socialismo. Lo cierto es que la llamada "posmodernidad" se está transformando en un período de esta historia, en la cual estamos envueltos en determinadas condiciones.

El concepto de "posmodernidad" que implica la actualidad y los últimos 30 años nos habla de un período de la historia en el cual, tras la caída de los intentos de las sociedades marxistas por ganarle la batalla al capitalismo, el mundo y la humanidad han pasado a formar parte de un sistema unipolar, donde el sistema capitalista (en su versión actual, el neoliberalismo) ha invadido todos los espacios posibles, por medio del vehículo de la globalización y los conceptos de "aldea global" y "nuevo orden mundial".
 Hoy, los productos y mercancías, las tecnologías y la cultura comienzan a ser las mismas en Alaska y Zimbawe, en Perú y en Calcuta, en Kuwait y en Islandia... miles de culturas, idiomas, cosmovisiones, estereotipos, confluyendo como miles de pequeños ríos en una sola dirección, impulsadas por el tráfico de materias primas y productos manufacturados entre todas las naciones de la Tierra.

El lado B de tanta maravilla viene con aquello que se pierde: para que todo fluya en una sola dirección, todo aquello que no vaya hacia allá debe desaparecer. Desde la vestimenta hasta las escalas valóricas. La humanidad ya no existe, sino que ahora somos una sumatoria, un agregado de individuos, cada uno por separado, juntos, pero no revueltos. Yo con lo mío, tú con lo tuyo... y nada más importa. Eso no sólo me parece irracional, sino además incomprensible, ya que es evidente de que si existimos hoy es debido a que, como especie, debimos surgir sólo mediante el esfuerzo mancomunado de todos, formando lazos de solidaridad que dieron origen a visiones de mundo que se adaptaron a los logros y capacidades de sus propias comunidades.

La globalización y el nuevo orden mundial tienen ventajas, eso es indudable, sin embargo, estamos en una etapa en que no necesitamos una sola sociedad global para sobrevivir. Eso se necesita sólo para que haya un comercio global que satisfaga a un pequeño número de personas (en comparación con la humanidad). Como he planteado más de una vez, el sistema capitalista se basa en un antivalor fundamental: el antivalor del acaparamiento, lo que significa que habiendo 2 personas y 10 recursos, el capitalismo justifica que en un momento determinado haya 9 para uno y 1 para el otro, encontrándolono solo justo, sino además "eficiente". Por mucho que queramos, el mercado no arregla necesidades no económicas... ¿y qué necesidades son más importantes para el ser humano que las no-económicas?. Ninguna. Así de simple.

Es imposible traer la historia atrás, sin embargo, al menos podemos empezar a reflexionar y ver que el posmodernismo capitalizado le entrega al ser humano más tecnología, pero le quita su humanidad. En mi opinión, el ser humano sin su humanidad es simplemente un animal contra natura: un hijo de la Tierra que no respeta ni siquiera su propio ecosistema... de hecho, se vuelve lo más parecido a un parásito o a un virus: un ente que consume, se multiplica y emigra en busca de zonas productivas para consumirlas nuevamente una vez que ha destruído su ambiente inicial.

La humanidad del ser humano implica su conciencia de miembro de un ecosistema, su sed de justicia y su conciencia de que su progreso en todos los ámbitos (no sólo en el económico) sólo puede concretarse si se asocia en forma equitativa con otros seres humanos, en un marco de respeto, tolerancia y dignidad. Implica SER, en todo el sentido de la palabra: ser lo que se quiere ser, ser en la medida que se considera adecuado, ser lo que se cree correcto... en otras palabras, ser implica ser íntegro.

Espero que no olvidemos que este período de la historia plantea como "bueno" un modelo de ser huimano que es -por esencia- deshumanizado. Seguirlo está en nuestra libertad -nuestra herramienta de trabajo como humanidad- y fomentarla es nuestro deber. Crear, buscar y descubrir son parte de nuestra humanidad también. Darle un fin a todo ese esfuerzo humanitario apuntando hacia una dirección contraria a la corriente del nuevo orden mundial parece transformarse -cada vez más- en el último reducto del ser humano, luego de una lucha de más de dos millones de años contra el fin de la historia, una lucha que comenzamos dramáticamente a perder en todos los frentes.

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